Vino el Maestro.
Se apresuró a calmarme,
mientras yo efervervescía de proyectos.
El, con su grandeza hacía una obra de gran duración de trabajo.
Yo, me quejaba.
El esperaba el momento oportuno: haciendo, midiendo metódicamente.
Yo, rápido, veloz, impaciente.
Me deseó buena semana aún a pesar de mi conducta como persona y como pintor.
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